Esta es una pequeña poesía
de varios versos inacabados,
porque se quedaron sin tinta
cuando al fin llegaron al cuar...
Fueron los versos a una tienda
y preguntaron si podían comprarla,
pero la interrogación no quiso venderla,
pues la exclamación la tenía más larga.
Pidieron ayuda a un librero
y les solicitó que se marcharan
a un cuaderno de crucigramas
tan incompleto como ell...
Fueron los versos a ver a Dios,
que escribía recto con renglones torcidos;
ya que era el Padre y a la vez era el Hijo,
e imperfectos y perfectos los dos.
Entonces Dios, muy comprensivo,
con gesto complaciente aseguró
que su inmenso poder era infini...,
pero que la tinta en cambio no.
Comenzaron entonces a robarla,
hasta que los metieron en prisión;
en cárceles de hierro y de palabras
de las que un diccionario se olv...
Palabras que quedan en el tintero,
esperando a que alguien las escriba...
pero nadie puede si no hay tint...,
o se queda sin punta el lapicero.
Pusieron a trabajar a todos los versos
en grandes coplas de concentración;
coplas enormes de hombres peq...
que encierran en su pecho el corazón.
Los versos de arte mayor
hacían las rejas verticales,
y los versos de arte menor
hacían rejas horizontales.
Conocieron a muchos presos
encarcelados por lo que decían.
Se estaban muriendo como ellos,
¡estaban perdiendo la rim...!
Y lloraban porque no podían rimar,
deshaciéndose en sopas de letras
que disolvieron el alambre de espiral
que zigzagueaba a lo largo de las rejas.
Y se unieron todas las estrofas
para escribirse en aviones de pap...,
y escapar por las ventanas rotas,
para que el sol las pudiera leer.
Así es como se unieron todos,
y supieron que juntos saldrían
de aquellos oscuros calabozos
cuando los recitase un policía.
Ningún vigilante parecía dispuesto,
ningún soldado los quería pronunciar;
hasta que hubo un pronunciamiento,
y entonces ya nadie los pudo callar.
Quisieron separar a los versos,
a los versos quisieron separar
en cuatro folios dispersos
flotando a orillas del mar.
Un mar de agua y de fuego
con muchos caballitos de m...
invitando al encabalgamiento,
¡y los versos quisieron cabalgar!
Pero los guardias volvieron a cogerlos,
y los sonetos aún tratan de escapar
a donde las canciones no tienen dueño,
e incluso el viento las puede silb...
Y día a día siguen luchando
y copiándose en la clandestinidad
cuatro versos encadenados
a los que nadie puede encadenar.
Pero no hay motivo para el llanto,
salvo si son lágrimas de alegría;
pues todos los versos encadenados
seguirán siempre robando tinta.