Suerte en Kosovo!
Carta de Dios a Satán
Arranco estos versos,
en un vagón cubierto de mugre,
con un pensamiento,
que vivo dandole vueltas y vueltas
hace varios días:
Uno no sabe
que problemas suceden
tras bambalinas.
Tan solo observamos,
(con cierto recelo claro esta)
una obra de teatro,
con un guión sumamente estudiado,
para el entretenimiento (in)sano
de la locura universal.
Me estaba subiendo al tren
hacia ese famoso rumbo
(no se si el peor o mejor)
y allá a lo lejos,
escucho una voz que dice:
¡Suerte en Kosovo!
Entonces, gire bruscamente mi cuello hacia atrás.
No había nadie.
No se si fue la voz de mi conciencia,
o el estertor de un vagabundo,
conocido en mi barrio como San Pedro.
Escribo esto desde la fábrica de hilos,
con el que se visten estos nuevos
muñecos de seda.
Costará mucho, lo sé.
Pero tengo que saber que pasa.
Mis saludos cordiales, Satán querido!
Con mucho gusto, Dios.
Pd: Tengo algunas cabezas más para mandarte,
luego te mando la nueva lista.
