Sandro Jesús Montero Rojas

Vulnerabilidad

Todos los dolores que nos alejan son dolores perdidos.

Simone Weil

¿El dolor?
Aquí de nuevo, conteniendo la rareza de teorizar-me.

¿Por qué el dolor no estaría en la vulnerabilidad? ¿Es posible la oscuridad sin esa ausencia de luz?
Cuando abro la ventana, entra aquel resplandor. Pero dado ese hecho fascinante, me percato que siempre hay un espacio del hogar que no es violentado por esa presencia.

¿Transparentar el dolor es una forma de consciencia? La totalidad del espíritu parafraseando a Hegel ¿No es también su negación?

Aquella base de la cual toda objetividad emerge, supone así misma su negación. Entiendo la operatividad de la vulnerabilidad así.
Si hay vulneración, el Ser emerge como absoluto, inmanente sobre sí mismo en el presente, aunque su propia identidad consciente fuera constitución misma de una diferencia que la antecede.

Sí. Así es.
La vulnerabilidad es aquella que te hace emerger como esencia. Claro, sin suponer una no-transformación. Pero su positividad conlleva la negación del mismo.

Ahí está lo vulnerable;– cuando el reconocimiento de mi propia constitución se hace presente, lo habita sin miramientos, sin juicios, sin el olvido ilusorio de no creer que están ahí aquellos rincones oscuros que conforman el resplandor de nuestro propio Ser–. Esa es la contradicción del Ser, el Ser es contradictorio (dialéctico) porque en sí mismo lleva consigo de lo que no puede deshacerse.

Sí, la vulnerabilidad habita el dolor, pero no es irreductible a él. Porque el Ser, siempre es siendo.

Irónico utilizar las alegorías hegelianas con una mirada mística de Weil. Pero aquí somos ante todo, fragmentos azarosos de la propia contradicción y no escapamos de ella, la habitamos con compasión.

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