Por las calles de Santa Tecla
solos y juntos iban nuestros cuerpos.
No por calles de adoquines,
eran las de concreto las que amábamos.
A ratos mirabas mis ojos,
a ratos mirabas la luna.
Por las calles de Santa Tecla,
solos y juntos, iban nuestros cuerpos.
Yo doy todas mis palabras por vos en paz
en esta tierra de concreto.
Aquí tenés, en mi cuaderno de
condenado, mi taciturna cabellera.
Santa Tecla, a diez de junio, diecinueve.