La mano de Virgilio se demora sobre una tela con frescura de agu… y entretejidas formas y colores que han traído a su Roma las remot… caravanas del tiempo y de la arena…
Yo que sentí el horror de los espe… no sólo ante el cristal impenetrab… donde acaba y empieza, inhabitable… un imposible espacio de reflejos sino ante el agua especular que im…
Por el deceso de alguien —misterio cuyo vacante nombre pose… hay hasta el alba una casa abierta… una ignorada casa que no estoy des… pero que me espera esta noche
Rosa divina, que en gentil cultura Eres con tu fragante sutileza Magisterio purpúreo en la belleza, Enseñanza nevada a la hermosura. Amago de la humana arquitectura,
Matamos lo que amamos. Lo demás no ha estado vivo nunca. Ninguno está tan cerca. A ningún… un olvido, una ausencia, a veces m… Matamos lo que amamos. ¡Que cese…
Hay gente que con solo decir una p… enciende la ilusión y los rosales, que con sólo sonreír entre los ojo… nos invita a viajar por otras zona… nos hace recorrer toda la magia.
Si quieres hacer feliz, a alguien que quieres mucho, dícelo hoy, sé muy bueno ... en vida, hermano, en vida. Si deseas dar una flor
Para que sepas, Clori, los dolore… Que tus ojos divinos me han causad… Dejo escrito en el álamo agobiado del valle de las fuentes y las flo… Ni en las églogas tienen los pasto…
Lejos de la ciudad, lejos del foro clamoroso y del tiempo, que es mud… Edwards, eterno ya, sueña y avanza a la sombra de árboles de oro. Hoy es mañana y es ayer. No hay u…
De puntillas, de puntillas, para no despertar a Piedad, entran en el cuarto de dormir el padre y la madre. Vienen riéndose, como dos muchachones. Vienen de la mano, como dos muchachos. ...
En un establo que está casi a la sombra de la nueva iglesia de piedra, un hombre de ojos grises y barba gris, tendido entre el olor de los animales, humildemente busca la muerte como qu...
Darbón, el médico de Platero, es grande como el buey pío, rojo como una sandía. Pesa once arrobas. Cuenta, según él, tres duros de edad. Cuando habla, le faltan notas, cual a los pianos...
Antes de entrar en el desierto los soldados bebieron largamente e… Hierocles derramó en la tierra el agua de su cántaro y dijo: Si hemos de entrar en el desierto,
¿Me quieres, amor, me quieres? ¡Sí, para toda la vida!... y era yo quien preguntaba, siempre soñando una espina, siempre rondando una duda,
El Islam asevera que el día inapelable del Juicio, todo perpetrador de la imagen de una cosa viviente resucitará con sus obras, y les será ordenado que las anime, y fracasará, y será en...
Formar la niñez ambateña, tu misión Liceo será, hogar donde me enseñas el valor de la verdad. Llevo tu saber en mis manos
Furtivo y gris en la penumbra últi… va dejando sus rastros en la marge… de este río sin nombre que ha saci… la sed de su garganta y cuyas agua… no repiten estrellas. Esta noche,
Loada sea la misericordia de Quien, ya cumplidos mis setenta… y sellados mis ojos, me salva de la venerada vejez y de las galerías de precisos espe…
Tarde que socavó nuestro adiós. Tarde acerada y deleitosa y monstr… Tarde cuando vivieron nuestros lab… El tiempo inevitable se desbordaba sobre el abrazo inútil.
Cuenta la historia que en aquel pa… tiempo en que sucedieron tantas co… reales, imaginarias y dudosas, un hombre concibió el desmesurado proyecto de cifrar el universo
A nadie puede maravillar que el primero de los elementos, el fuego, no abunde en el libro de un hombre de ochenta y tantos años. Una reina, en la hora de su muerte, dice que es fuego y ...
Cuando tu broche apenas se entreab… Para aspirar la dicha y el content… ¿Te doblas ya y cansada y sin alie… Te entregas al dolor y a la agonía… ¿No ves, acaso, que esa sombra imp…
Que el hombre no sea indigno del Á… cuya espada lo guarda desde que lo engendró aquel Amor que mueve el sol y las estrellas* hasta el Último Día en que retumbe
Yo no sabía que no tenerte podía ser dulce como nombrarte para que vengas aunque no vengas y no haya sino tu ausencia tan
Me habré cruzado con él En una esquina cualquiera. Yo era un chico, él era un hombre. Nadie me dijo quién era. No sé por qué en la oración
Más vil que un lupanar la carnicería rubrica como una afr… Sobre el dintel una ciega cabeza de vaca preside el aquelarre
En un día del hombre están los día… del tiempo, desde aquel inconcebib… día inicial del tiempo, en que un… Dios prefijó los días y agonías hasta aquel otro en que el ubicuo…
A los quinientos años de la Hégir… Persia miró desde sus alminares la invasión de las lanzas del desi… y Attar de Nishapur miró una rosa y le dijo con tácita palabra
Pompas del mármol, negra anatomía que ultrajan los gusanos sepulcral… del triunfo de la muerte los glaci… símbolos congregó. No los temía. Temía la otra sombra, la amorosa,
Mi propósito es reconsiderar, a la luz de otros pasajes de la Comedia, el enigmático relato que Dante pone en boca de Ulises (Infierno, XXVI, 90, 142). En el ruinoso fondo de aquel círc...
Mi Pedro no es soldado; no ambici… de César ni Alejandro los laurele… si a sus sienes aguarda una corona… la hallará del estudio en los verg… ¡Si lo vierais jugar! Tienen sus…
Inclinado en las tardes tiro mis t… a tus ojos oceánicos. Allí se estira y arde en la más al… mi soledad que da vueltas los braz… Hago rojas señales sobre tus ojos…
Llegué por el dolor a la alegría. Supe por el dolor que el alma exis… Por el dolor, allá en mi reino tri… un misterioso sol amanecía. Era alegría la mañana fría
Chove en Santiago meu doce amor. Camelia branca do ar brila entebrecida ô sol. Chove en Santiago
Ni aquella tarde ni la otra murió el ilustre Giambattista Marino, que las bocas unánimes de la Fama (para usar una imagen que le fue cara) proclamaron el nuevo Homero y el nuevo Dante, ...
Ahí está lo que fue: la terca espa… del sajón y su métrica de hierro, los mares y las islas del destierr… del hijo de Laertes, la dorada luna del persa y los sin fin jardi…
Toma y toma la llave de Roma, porque en Roma hay una calle, en la calle hay una casa, en la casa hay una alcoba, en la alcoba hay una cama,
En Junín o en Tapalqué refieren la historia. Un chico desapareció después de un malón; se dijo que lo habían robado los indios. Sus padres lo buscaron inútilmente; al cabo de los años, ...
Hijo de algún confín de la llanura Abierta, elemental, casi secreta, Tiraba el firme lazo que sujeta Al firme toro de cerviz oscura. Se batió con el indio y con el god…
Zanjones, sierras ásperas, médanos, sitiados por jadeantes singladuras y por las leguas de temporal y de…
Alegraos con las flores que embria… Las que están en nuestras manos. Que sean puestos ya Los collares de flores. Nuestras flores del tiempo de lluv…
Nadie puede escribir un libro. Pa… que un libro sea verdaderamente, se requieren la aurora y el ponien… siglos, armas y el mar que une y s… Así lo pensó Ariosto, que al agra…
Está bien que se mida con la dura sombra que una columna en el estío arroja o con el agua de aquel río en que Heráclito vio nuestra locur… El tiempo, ya que al tiempo y al d…
Como soy reina y fui mendiga, ahor… vivo en puro temblor de que me dej… y te pregunto, pálida, a cada hora… «¿Estás conmigo aún? ¡Ay, no te a… Quisiera hacer las marchas sonrien…
El arrabal es el reflejo de nuestr… Mis pasos claudicaron cuando iban a pisar el horizonte y quedé entre las casas, cuadriculadas en manzanas
¿Qué va a quedar de mí cuando me m… sino esta llave ilesa de agonía, estas pocas palabras con que el dí… dejó cenizas de su sombra fiera? ¿Qué va a quedar de mí cuando me h…
El rayo surca, sangriento, El lóbrego nubarrón: Echa el barco, ciento a ciento, Los negros por el portón. El viento, fiero, quebraba
En cierta calle hay cierta firme p… con su timbre y su número preciso y un sabor a perdido paraíso, que en los atardeceres no está abi… a mi paso. Cumplida la jornada,
Somos el río que invocaste, Herác… Somos el tiempo. Su intangible cu… acarrea leones y montañas, llorado amor, ceniza del deleite, insidiosa esperanza interminable,
Cómo voy a creer / dijo el fulano que el mundo se quedó sin utopías cómo voy a creer que la esperanza es un olvido o que el placer una tristeza
Dispersos en dispersas capitales, solitarios y muchos, jugábamos a ser el primer Adán que dio nombre a las cosas. Por los vastos declives de la noch…
Alta en la tarde, altiva y alabada… cruza el casto jardín y está en la… luz del instante irreversible y pu… que nos da este jardín y la alta i… silenciosa. La veo aquí y ahora,
No sé cuál es la cara que me mira cuando miro la cara del espejo; No sé qué anciano acecha en su ref… con silenciosa y ya cansada ira. Lento en mi sombra, con la mano ex…
Siempre que volvíamos por la calle de San José, estaba el niño tonto a la puerta de su casa, sentado en su sillita, mirando el pasar de los otros. Era uno de esos pobres niños a quienes...
Sospechándose indigno de otra haza… como aquella en el mar, este solda… a sórdidos oficios resignado, erraba oscuro por su dura España. Para borrar o mitigar la saña
Si me quieres, quiéreme entera, no por zonas de luz o sombra... si me quieres, quiéreme negra y blanca. Y gris, y verde, y rubia… quiéreme día,
El catorce de enero de 1922, Emma Zunz, al volver de la fábrica de tejidos Tarbuch y Loewenthal, halló en el fondo del zaguán una carta, fechada en el Brasil, por la que supo que su pad...
Dóciles medias los halagan de día y zapatos de cuero claveteados los fortifican, pero los dedos de mi pie no quieren saberlo. No les interesa otra cosa que emitir uñas: láminas córneas,...
La vejez (tal es el nombre que los… puede ser el tiempo de nuestra dic… El animal ha muerto o casi ha muer… Quedan el hombre y su alma. Vivo entre formas luminosas y vaga…
Si las páginas de este libro consienten algún verso feliz, perdóneme el lector la descortesía de haberlo usurpado yo, previamente. Nuestras nadas poco difieren; es trivial y fortuita la...