Isaac Freire

Yo sudo en contra de la tierra

...
Sin embargo, nada apaga mi pensamiento
ni un solo instante
Alcé la cara al cielo con ese cardumen de nubes
y vi solo unas letras vacías
ya nada me revelaron las estrellas: solo la poesía.
Para escribirte debo seleccionar
los silencios, los pájaros, las ciudades
las cascadas, los arrecifes: peces rotos
y controlar mi gramática para que no escriba palabras
como “vuelve” o “textraño” o “teamo”
debo ordenar la noche
y apaciguar el llanto de las flores nupciales
que nos tenía como eternos,
debo calmar la soledad de ojos y bastos.
No debo caer en esas humedades
debo rearmar el ejército de las estrellas
pensar en todo
pensar en todo lo que te he escrito y no llorar
ordenar mi casa y mis pensamientos
de galería obstinada,
debo ir con un arma filada a la estancia de la palabra
para cortar un sesgo
y una pluma.
Debo construir una nueva casa para habitar
y un espejo que no se lleve el viento.
Debo lavar mi tiniebla
y mi casa
para que yo mismo inacabable pueda acabar
y que el peso de tu leche diurna
no se me desvanezca entre la tarde y mi mano.
Y cuando un pensamiento decida posarse
nuevamente en ti
desfigurado
en una ciudad vacía yo lo ate eternamente.
 
Debo hundirme eternamente en ti
para salir yo a flote.
Que siempre caigamos con nuestros ecos sumergidos.
 
Fabricamos esta misma sed que nos acecha.
Al cabo de estos años
alzamos una flor roja y húmeda.
Es verdaderamente admirable tu quietud de soldado.
 
Me destilo a mí mismo.
 
Te lo digo: por los pasillos, por los versos
todo anuncia un desnudo de guerra,
y un viento violento.
Te imagino delirante y subterráneo
Capitán onírico: sueño estéril de besos.
Insisto, vencedor
porque tan solo existo porque existes
y mi palabra es útil para nombrar tu existencia.
Impalpable y despótico
grazna en mi alma
balbucea mi nombre y váyate.
Solo tu sed es la que combato todo el día.
Me dolía mucho sentirme como un barco
abandonado
o un pez al costado de la magia,
quizá para amar de verdad
primero haya que amar de mentira.
 
Como si ya no fuera suficiente
regaré mi ternura expuesta todos los días
por la semilla agria
y vendré a ver el fruto al origen del mundo.
A la naturaleza abierta le daré un soplo
de aguja
contratodo todo está bien.
 
Mi sangre despierta y yo sudo en contra de la tierra.
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