XCII
El primero de enero, tararí,
será tan gris como un jueves cualquiera,
sin Drácula escalando el Pirulí,
ni marcianos cruzando la frontera.
Más de lo mismo bajo el cielo añil,
cronos en su fugaz trono vacío,
la anoréxica luna giligil
no exportará vacunas contra el frío.
Llenaré otro galpón municipal
y esperaré el diluvio universal
viendo crecer el bosque por la acera.
El primero de enero (del dos mil),
aunque siga muriéndome por ti,
me iré con la primera que me quiera.