Rafael de León

Para toda la vida

¿Me quieres, amor, me quieres?
¡Sí, para toda la vida!...
 
y era yo quien preguntaba,
siempre soñando una espina,
siempre rondando una duda,
siempre imaginando heridas.
“¿Me quieres, amor, me quieres?”
¡Sí, para toda la vida!...
 
Tardes, madrugadas, noches,
mañanas y mediodías;
en el balcón, en la calle,
en el sueño, en la vigilia,
siempre, siempre preguntando,
corazón, si me querías,
y de pronto, no sé cómo,
sin una razón precisa,
mi voz amarga y cansada
se fue quedando dormida,
y cayó sobre mi alma
una lluvia dulce y fina
que se fue cristalizando
en nieve delgada y fría.
 
y ya no pregunté más,
corazón, si me querías.
Ahora, eres tú quien se queja,
quien pregunta y quien suspira
¿Me quieres, amor, me quieres?,
me dices con voz dolida...
 
y yo, de la misma forma
con que tú me respondías,
escondiendo la verdad
debajo de la mentira,
te digo ausente y lejano:
—¡Sí, para toda la vida!...
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