Sempiterno cantor que en la espesura
Llorando estás desaires y rigores,
Sal de ese bosque, sal y ya no llores,
Que tu mal con el llanto no se cura.
Y si salir no quieres por ventura
Concibiendo de mí vanos temores,
Sabe que estoy llorando mis amores
Que ingrata ha despreciado una hermosura.
Ven aquí sin temor y cantaremos,
En lugar de llorar nuestro quebranto,
El mismo amor que despreciado vemos.
Y tal vez, ruiseñor, con nuestro canto
En amor el desprecio tornaremos,
Que siempre pudo más amor que llanto.