En el bosque, de aromas y de músicas lleno,
la magnolia florece delicada y ligera,
cual vellón que en las zarpas enredado estuviera,
o cual copo de espuma sobre lago sereno.
Es un ánfora digna de un artífice heleno,
un marmóreo prodigio de la Clásica Era:
y destaca su fina redondez a manera
de una dama que luce descotado su seno.
No se sabe si es perla, ni se sabe si es llanto.
Hay entre ella y la luna cierta historia de encanto,
en la que una paloma pierde acaso la vida:
porque es pura y es blanca y es graciosa y es leve,
como un rayo de luna que se cuaja en la nieve,
o como una paloma que se queda dormida.
Alfredo Jiménez G.
7aÁnfora de mármol graciosamente esculpida por la naturaleza, Santos Chocano prodiga a la magnolia atributos de mujer y de paloma. Incluso nos revela un romance entre ella y la luna. Es leve y sensual, apenas suspendida por su tallo parece flotar. Esa impresión sentimos al leer estos extraordinarios alejandrinos. Hubo una ocasión en que me invitaron al cumpleaños de una grácil señorita de nívea piel lozana. Parecía suspendida en el aire al caminar con su vaporoso vestido blanco. Sobra decir que su nombre era precísamente Magnolia. Llegaron los músicos y se vieron en un predicamento al no conocer ninguna canción con ese nombre para rendirle un atinado homenaje. Entonces se me ocurrió recitar este poema de don José Santos Chocano que atesoraba en la memoria desde la niñez, los músicos me acompañaron discretamente con la "Gavota" de Manuel María Ponce. Todos quedaron encantados, principalmente MAGNOLIA que me premió con un guiño, una sonrisa y un beso. Galardones que aún agradezco a este gran Poeta. (Perdón por la nota autobiográfica nostálgica e inoportuna).