La luz lo malo que tiene
es que no viene de ti.
Es que viene de los soles,
de los ríos, de la oliva.
Quiero más tu oscuridad.
La alegría
no es nunca la misma mano
la que me la da. Hoy es una,
otra mañana, otra ayer.
Pero jamás es la tuya.
Por eso siempre te tomo
la pena, lo que me das.
Los besos los traen los hilos
del telégrafo, los roces
con noches densas,
los labios del porvenir.
Y vienen, de donde vienen.
Yo no me siento besar.
Y por eso no lo quiero,
ni se lo quiero deber
no sé a quién.
A ti debértelo todo
querría yo.
¡Qué hermoso el mundo, qué entero
si todo, besos y luces,
y gozo,
viniese sólo de ti!