envuelto en tu gabán
semiinconsciente
mi moneda de veinte guitas apretada en el bolsillo
pasé los años atisbando el rosa
sin pasar más allá de la fija
bien lejos de los tauras
envenenado lentamente entre licores
pócimas y moscas
pateé madrugadas y busecas
vagué entre la casilla de last chance
algún navegante errático
y el antro de mi copa
era un 25 de mayo glauco
terminal entre morriñas y guantazos
nieblas internas
aprendizajes forzados
gritos sin estruendo
pedidos encargos y mangazos
paradas perdidas de antemano
(tantos tres y dos sin futuro
como el de homero)
y un mañana ni siquiera entrevisto
entre vahos de plomo y sonrojos
eran nuestros talleres vergonzosos
desechos de vidas entrelazadas
en aquella morgue descarada
irreconocible de tanto movimiento
rincones de peca y pecos
canillas y tahures de segunda
recuerdos de trasluz
sueños de timba
y un abrirse paso como sea
simplemente porque anuncia madrugada
y todo recomienza puntualmente
aunque no estés no estemos no estén
y apenas queden las paredes
los sótanos que ni llegaron a bunker
las manchas alcahuetas
y esa fragancia de tintas antimonios
vinos leches
la tibieza del plomo entre los dedos
y el bisturí de pinza que corta
algún caramelo ejerce
arranca y agrega
del revés y del revés todavía
infatigable pero justificada
cierto orden para un
mundo patas abajo y arriba al mismo tiempo
ajeno de estruendos
con la sábana interminable de tan blanca
que espera aunque lluevan deudas
asesinatos y mil calamidades
en ese carnaval acuñamos hijos y poemas
sueños y sobre todo deudas
del color que ondeaba del otro lado de la vía
banderas –nunca color de rosa—salpicadas de setenta mares
deserciones y desmadesmayos
familias enteras que hacían garrapatas de sentina
y un sello de Nirvana que esperaba
bienvenidos al Paraíso
allí donde tanto tiempo señorearon las ratas
en la mano raras veces complaciente
del cagatintas de turno
antes de que llegaran con la guita y la asepsia
y varios otros modos de cerrar el quilombo
esa explanada era puerto y cloaca
paseo de domingo y altos mástiles
galpones y gigantes desarticulados
vagones siempre grises
inamovibles pitones
lunasparkes antes japoneses
cansado trayecto de tranvías
tierra de nadie donde brillaron
siempre lejos del sol
tantas dagas y vidas
incapaces de entrar en un poema
después zarpamos todos
pero quedamos
enganchados para siempre entre esos días
de respirada fácil
de concierto
de música instintiva
de hombros entrelazados
y entre la gente
• era el tipo (la tipografía de base) de Democracia, el matutino donde comencé
a descubrir que se vivía para algo más que llegar a mañana