Cada noche, te dedicaré un millón de canciones. Escribiré para ti, todos los poemas que dicte mi corazón. A solas cantaré a tu alma, lo que siempre te han dicho mis besos: “Eres eterno en lo eterno, eres la felicidad en mi felicidad, vida en mi vida y lo más esencial ¡Eres amor en mi corazón!
Gracias por existir”.

Deseo que tomes mi rostro, veas mis lágrimas y las bebas, así verás lo que veo. Tómame de la mano y sentirás lo que siento.
Sé que ahora estás solo, igual que yo, mas no temas que sin falta te nombro.

Cada vez que te necesito, suelo hablarte a través de mi almohada.

¿Me oyes? ¿Me sientes?

Te cuento cuentos sin falta, susurro tu nombre cada madrugada, hasta que me doy cuenta, que aún sigo dormida. Me estoy levantando poco a poco, amado mío, como quedamos, aquella vez, en la reunión que tuvimos antes de nacer.

No me rendiré, lo juré.
No me doblegaré tan fácil por el deseo, ni pienso sucumbir ante el dolor, porque está noche, esa luz que nadie ve, excepto tú, vivirá y brillará en mí.

 Pues antes, de tocar un límite aproximado del universo, deseo que dibujes, en mi piel, tu esencia, para que a lo largo de mi viaje, no olvide el olvido de tu ser. Y yo te dibujaré, el aroma de mi piel, para que vivas en mis poemas y sueñes en mis versos.