Sigo aprendiendo a amarte
Ayer, mientras dormías, decidí echar un ojo en tu oído izquierdo.
Alcancé a ver, con la dificultad de amar a alguien, lo que ocurría en tu mente.
Vi palabras corriendo de un lado a otro, intentando hablar entre sí.
Vi silencios queriendo ser eternos. Vi imágenes inexplicables.
En ellas, vislumbré tu desnudez y un tinte rojo alrededor de tu cuerpo.
Alcancé a entender, parcialmente, la razón de tu sonrisa latente.
Pude entender los motivos que te hacen abrazar, enojarte y ceder ante el frenesí.
Logré encontrar los años de dolor que, por su naturaleza, se han vuelto inefables.
Y, a pesar de verlo todo, de entenderlo por completo y de sentirme amante,
Cuando las nubes del presente me cegaron con un beso tuyo,
Sintiendo el polvo del pasado, no supe qué decirte, no supe cómo tratarte.
Por eso te di uno de vuelta. Por mi falta de conocimiento en el arte hostigante
De saber lo que piensas, de prescindir de las palabras y del orgullo.
Con este flujo de inagotables gotas de amor rosado, sigo aprendiendo a amarte.
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