Los versos del Capitán
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XXV CUECA Señora, dicen que donde, mi madre dicen, dijeron, el agua y el viento dicen
Pensando, enredando sombras en la… Tú también estás lejos, ah más lej… Pensando, soltando pájaros, desvan… enterrando lámparas. Campanario de brumas, qué lejos, a…
Desde el fondo de ti, y arrodillad… un niño triste, como yo, nos mira. Por esa vida que arderá en sus ven… tendrían que amarrarse nuestras vi… Por esas manos, hijas de tus manos…
Amor mío, al cerrar esta puerta no… te pido, amor, un viaje por oscuro… cierra tus sueños, entra con tu ci… extiéndete en mi sangre como en un… Adiós, adiós, cruel claridad que f…
Cumpliendo con mi oficio piedra con piedra, pluma a pluma, pasa el invierno y deja sitios abandonados, habitaciones muertas:
Madrid, sola y solemne. Julio te sorprendió con tu alegría… Clara era tu calle, claros eran tu… Un hipo negro, una ola de sotanas rabiosas
Sucede que me canso de ser hombre. Sucede que entro en las sastrerías… marchito, impenetrable, como un ci… navegando en un agua de origen y c… El olor de las peluquerías me hace…
Mi fea, eres una castaña despeinad… mi bella, eres hermosa como el vie… mi fea, de tu boca se pueden hacer… mi bella, son tus besos frescos co… Mi fea, dónde están escondidos tus…
Ay de mí, ay de nosotros, bienamad… sólo quisimos sólo amor, amarnos, y entre tantos dolores se dispuso sólo nosotros dos ser malheridos. Quisimos el tú y yo para nosotros,
Conocí a un millonario. Era estanciero, rey de llanuras grises en donde se perdían los caballos.
La luz que de tus pies sube a tu c… la turgencia que envuelve tu forma… no es de nácar marino, nunca de pl… eres de pan, de pan amado por el f… La harina levantó su granero conti…
Te he hecho daño, alma mía, he desgarrado tu alma. Entiéndeme. Todos saben quién soy, pero ese Soy
Mientras camino la acera va golpeá… el fulgor de las estrellas me va r… Se me cae un pensamiento como se c… del carro que tambaleando raya los… Oh pensamientos perdidos que nunca…
Chisporrotea en el aceite hirviendo la alegría del mundo:
Matilde, dónde estás? Noté, hacia… entre corbata y corazón, arriba, cierta melancolía intercostal: era que tú de pronto eras ausente. Me hizo falta la luz de tu energía