Hoy es el día más, el que traía
una desesperada claridad que murió
Que no lo sepan los agazapados:
todo debe quedar entre nosotros,
día, entre tu campana
y mi secreto.
Hoy es el ancho invierno de la comarca olvidada
que con una cruz en el mapa y un volcán en la nieve
viene a verme, a volverme, a devolverme el agua
desplomada en el techo de mi infancia.
Hoy cuando el sol comenzó con sus espigas
a contar el relato más claro y más antiguo
como una cimitarra cayó la oblicua lluvia,
la lluvia que agradece mi corazón amargo.
Tú, mi bella, dormida aún en agosto,
mi reina, mi mujer, mi extensión, geografía,
beso de barro, cítara que cubren los carbones,
tú, vestidura de mi porfiado canto,
hoy otra vez renaces y con el agua negra
del cielo me confundes y me obligas:
debo reanudar mis huesos en tu reino,
debo aclarar aún mis deberes terrestres.