Las palabras del profeta se pierden en el silencio.
Ya no hay fe en esta tierra, todo es desolacion y sufrimiento.
Se escucha un murmullo a lo lejos, son clamores de almas sinceras
Rogando misericordia al Eterno por aquellos que sufren y nadie consuela.
Se remece la tierra como hojas de un arbol otoñal,
Alli todos del Poderoso se acuerdan, alli todos piden piedad.
Cuando todo es paz y armonia, le dan vuelta la espalda,
Pues ha pasado el miedo ya, y su angustia es olvidada.
Por las calles se escuchan predicadores, son como aquel que clamaba en el desierto
No faltan los impios y burladores que se mofan con cruel desprecio.
Hay temor en esta tierra, si, aun hay temor,
Almas que aun son sinceras que temen y aman a Dios.
No falta aquel que con ironia pregunta.., ¿y en donde esta Dios?
Dios esta a su lado disfrazado de un niño pidiendo un poquito de amor;
Las gentes los tratan de locos, como adoran a alguien que no ven
¡bendita locura es adorar al Santo de Israel!
Es mejor ser loco para el mundo, pero cuerdo para Dios;
Al final del camino nos espera un eterno galardon.
Un hombre camina por la calle, cierra sus ojos, y llora,
Alza sus manos y adora a quien le amo, sin a el amarle.
Hay quienes se compadecen de el, y hasta le dicen:¡pobrecito!
Pero no saben que el siente las caricias de un Cristo Vivo,
Ese mismo Cristo compro con sangre su preciosa alma
Ese mismo Cristo que aun al hombre ama;
Pero hay quienes no creen como tampoco creeran
Mas aun y asi, el Eterno..., el Eterno aun les ha de amar.