¡Melancolía!, patriarca del saber;
En tus manos me dispongo,
A cantar mis dulces penas...
En tu regazo de tu asombro.
Yo soy el poeta abandonado;
Rechazado por mi adorada,
Al ver mi corazón destrozado
Por la partida de mi amada.
¡Melancolía!, buena compañera;
Que me llenas de tu amor...
Aliviándome de las tristezas
Que marco todo mi corazón.
Que me ha dejado esa mujer;
Sólo dolores y llantos...
Las melodías de un funeral
De puros tormentos claros.
De la mujer a quien yo quise;
Y que nunca ha de volver,
La mujer de mi sueño infinito
En mi recuerdo la tendré.
Y así en mi vida melancólica;
Mentirosa y toda dolida...
Cuando te vea en otros brazos
Será los golpes de mi vida.