Miguel Peñafiel

LOS POETAS VERDADEROS ESCRITORES

Los poetas verdaderos escritores

Es tanto, lo que nos deben a los poetas; pues, si bien sé, que yo pertenezco a su club de hermanos, somos hombres totalmente independientes, como algunas personas lo ven así, cuyo afán de la vida no tenemos más que otro fin que el de acariciar los oídos de los necios con cuentos infantiles y cuentos insustanciales y cosas por el estilo. Es demasiada la confianza que tenemos en sí mismos, que con nuestras maravillosas composiciones nos prometemos alcanzar la inmortalidad y un destino parecido al de los dioses, y, por añadir otro comentario hacia nosotros, es que se lo prometemos a otros; pero de todos ellos, son nuestros familiares para los más devoto del Amor Propio, en toda la adulación no hay quien nos rinde más culto tan puro y perseverante. Supongo que todos ustedes no pensarán que el arte de decir las cosas a nuestras maneras provocando las carcajadas de risas, las lágrimas, no nos pertenecen por derecho propio. De la misma manera y calaña son los que, van publicando libros, con fines de alcanzar la fama imperecedera, de igual manera diré que son muchos los que nos deben, y, en especial aquellos que embadurnan el papel con puras porquerías y groserías, ya que para algunos que escriben doctamente y para pocos entendidos, personas que no entenderían ni aun las críticas de un verdadero escritor, más bien les tenemos lástima que por gloriosos, puesto que se hayan envuelto en un tormento perpetuo, y que aún no puedo tampoco llamarlo así, puesto que escriben; tachan, modifican, suprimen, vuelven a escribir unas que otras, y aun así no se encuentran del todo satisfechos, que para el que entiende del verdadero concepto del sentimiento, no es que uno nace aprendiendo, ya lo lleva en la sangre como un don que algunos ya habíamos nacido por dichosos. Las verdaderas recompensa de merecer por nuestras melodías los halagos de unas cuantas personas, es que uno la compra a fuerza de desvelos y esfuerzos, don dulcísimo que sobre todas la cosas, las consiguen a costa de fatigas y martirios, a lo que también podríamos llamar la ruina de cuerpo, el desgaste del cerebro de tanta creatividad, la loquera, la vejez anticipada, y de paso la muerte prematura. El poeta, es escritor que en sí, es más feliz, cuanto sea más grande sus aventuras, sin necesidad de pasarse las noches pensando, todo se le viene a la cabeza, todo fluye a través de su pluma, y de todo lo que sueña o ve, lo pone enseguida por escrito con un solo pequeño gesto de la mano en el papel, no ignorando que, que en un futuro cercano, todas sus obras que haya escrito será el preferido tema de algunos cuantos. Es decir que para algunos estúpidos, ¿Qué importa si nos desprecian tres o cuatros pelagatos, en caso de que nos lean? ¿Qué significaría estos, ante la multitudes que nos aclaman.? Pues en esta disputa, son muchos los aprovechados y falsos poetas, que toman de lo ajeno como suyo, y se apropian de una gran parte del trabajo, de la gloria, y del esfuerzo de los demás, como si el sol se pudiera tapar con un solo dedo, como si un día no se pudiera descubrir su engaño, típico que hoy en día me encuentro con falsos escritores que no tengan ni que inventar algo nuevo, que se pasen tomando las obras de los demás, dicho por nuestro hermano Edgar Allan Poe, es una de mis frases favoritas; ¡Es imposible imaginar un espectáculo más nauseabundo que el del plagiador!. Es elogio para el verdadero poeta, cuando se lo señala por la calle y se les mira con curiosidad y admiración; aún cuando sus rostros es visto en una portada de una revista o de un libro, vistos por el talento con que aciertan de darle un buen título a sus obras, como yo en las mías le he dado a conocer como el ¡Árbol Del Conocimiento! que parece cosa encantada, que para los dioses inmortales; no son más que palabras vacías, poco sin sentido, pero con un gran humor de sentimientos y razones verdaderas. Les hacemos tan agradable la existencia, que no cambiarían nuestras glorias por las de otros burlones y fracasados de triste y lenta letra, que no son más que un fracaso comparados con los verdaderos hijos de los dioses, que a su vez no es poco lo que nos deben, y muchos ni podrán reconocernos así, en mis totales opiniones, muchos no serán de mi agrado por haberme expresado con fines de egoísmo, siendo desagradablemente ingrato conmigo.

Reserva derecho de autor.

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