Miguel Peñafiel

LA HORA POSTRERA

La hora postrera

Cómo para muchos nos llega, la hora de la visita de nuestra Diosa Descarnada. Hora de la asesina postrera, emperatriz de las almas liberadas. Sus ojos, su final, la sonrisa de ellos: no auguraba nada, la inocencia de aquellas personas fue el primer fragmento que murió. Mientras ocurría el accidente; la muerte se mantuvo inmóvil, observando de la espantosa metamorfosis, de una vida llena de esperanzas; a una muerta lenta sin propósitos. Triste fruto de mucha sangre y de cuerpo lacerados; hijos de la muerte, de una maldición en la tierra, el dolor en su alimento en el infierno, consumidos en soledad desde la cuna de la pérdida de los seres amados. Y quien carne de cárcel, de motín de plaza, pasa a la sombra de la taberna oscura. ¡dónde la muerte vende todo tipo de almas!... 

Reserva derecho de autor.

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