Cuando la flor apenas se abría
El jardín suspiraba muy contento
Y la angustia pasaba a la alegría
Me regresaba la voz y el aliento.
¿No ves, acaso, esta el alma mía
Que quiere llevarte al firmamento
Amanecerse contigo y ver el día,
Y tan sólo ver soplar el viento?...
¡Despiertate y levántate!... Ya llega
La hora de amarte sin reproche
Darte amor a pesar que te doblega.
Insisto hasta el fondo de tu broche,
La luz que me brindas y me ciega,
A pesar que no hace falta la noche.
Dedicado a Marisela Abad.