Miguel Peñafiel

AL OTRO LADO DE LA PUERTA

Al otro lado de la puerta

Si no escuchara las voces que se oye después de muerto, suicidarme sería la mejor manera. Apenas logro escuchar la melodía que me echa a perder los últimos momentos, casí puedo verme embarcado en un sueño por la eternidad; escuchando toda clase de comentarios y discusiones, quizás no sea el mejor momento, ni la mejor escena.

¡Que conocimiento entre la ignorancia de lo que es bien morir! A diferencia de muchos que no saben que les espera.

Se oyen las voces y risas de los que descansan en la tumba fría de al frente, cualquier alma sabe que por ley se considera con el derecho de manifestar cualquier grito de deseo que ha logrado reprimir durante su existencia, y otros descontentos porque no hay nadie quien les haga pregunta al otro lado de la puerta. Es razonable saber que los habitantes de los cementerios tienen mucho en común con los habitantes que aún siguen en la tierra, sólo es cuestión de tiempo para que todos puedan darse cuenta.

De nada sirve que nos tapemos las orejas, nos Atormentan de tal forma las voces de noche y de día, que muchos desearían suicidarse o morir de nuevo. Caemos todos en el vacío, imposible abrirse de las cosas que nos rodea, el silencio también hace sonar la canción del momento y préstamos atención a un nuevo ruido que nos espanta el sueño eterno.

Reserva derecho de autor.

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