Tienes algo de montaña...
A tu lado me he sentido leve y me he creído blanca.
Sin reparo te he mostrado mis llagas
y a tu cumbre nevada a veces traje barro,
y hecha pedazos mi alma.
Y he vuelto siempre limpia, y he vuelto siempre sana.
Tienes algo de planta...
es tan fresca tu sombra y es tan calma
la voz de tu follaje, y es tu raíz tan honda.
Al rumor de tu savia, descansé mi fatiga
y adormecí mis ansias...
Tienes algo de mar...
Toda la majestuosa distancia, del gigante de sal.
Espuma y linfa, por magia de tu espejo
mi cara entristecida, se ha visto cristalina.
Y cuando en hora perpleja llegué a tus orillas
tu verde voz me trajo de nuevo una olvidada
tibieza de regazo.
Eres tan humano que no pareces hombre
tan majestuoso y blanco, tan fresco y tan hondo
que pareces montaña, planta, mar...
y aunque te asombre tan humano eres
que no pareces hombre.