Amor de ciudad grande es uno de los poemas más significativos de José Martí (1853-1895). El poeta cubano fue una de las figuras políticas más importantes de Cuba y, tras fundar el Partido Revolucionario Cubano y participar como instigador en los levantamientos que terminaron con la independencia de 1898 se le considera el "Apóstol" nacional. Su vida estuvo dedicada a la independencia de su patria y a la creación de un corpus ideológico de un nacionalismo americano que plasmó en su obra maestra "Nuestra América". Murió en 1895 en combate contra las tropas españolas.
"Amor de ciudad grande" pertenece a los Versos libres escritos entre 1878 y 1882 en su exilio de Nueva York. Este poemario permaneció inédito en vida del poeta. Los versos libres aluden a la forma (no tienen ningún tipo de rima) y al contenido (hablan sobre todo de la libertad).
El verso libre es un recurso poco frecuente en 1880 y el haberlos utilizado refleja la influencia de las "Hojas de hierba" (1855) de Walt Whitman el padre del verso libre. La ausencia de rima obliga a Martí a centrarse en el ritmo y en la sonoridad propia de cada palabra. Por esta razón, a lo largo del poema recurre con frecuencia al hiperbaton estrambótico ("Jaula es la villa de palomas muertas" —> "La villa es jaula de palomas muertas" o "De gorja son y rapidez los tiempos" —> "Los tiempos son de gorja y rapidez" o "Si los pechos se rompen de los hombres" —> " Si se rompen los pechos de los hombres").
El poema está estructurado en tres secciones a modo de introducción, nudo y desenlace. Cada sección sigue la misma pauta: primero expone de qué va a hablar y luego desarrolla el tema a modo de glosa. La introducción se resume en el primer verso:
"De gorja son y rapidez los tiempos"
Vivimos tiempos de alegría y desenfreno, y para demostrarlo tres metáforas vertiginosas: Corre cual luz la voz (el teléfono), en alta aguja, cual nave despeñada en sirte horrenda, húndese el rayo (pararrayos), en ligera barca el hombre, como alado, el aire hiende (el avión). En pocos versos y sin apenas una pausa ha expuesto la tesis de su poema: el hombre vive centrado en el progreso y su consecuencia: "Así el amor, sin poma ni misterio muere apenas nacido de saciado".
La sección central expone las consecuencias que supone el mundo en que vivimos para los hombres y como en la anterior sección comienza con un verso que resume el contenido:
y su consecuencia:
La conclusión del poema reúne con una fuerza impresionante todo el rechazo y el odio que José Martí siente por esa falta de espiritualidad en la sociedad de su tiempo:
El poema toma como eje la gran ciudad (Nueva York) como símbolo de la decadencia espiritual de toda una generación. Para él la ciudad es un monstruo gigante que engulle y esconde todo lo bueno que hay en el ser humano. El tema se había utilizado frecuentemente en la poesía desde Horacio, pasando por Fray Luis de León ("Qué descansada vida / la del que huye del mundanal ruido"). Curiosamente, los tres poetas tienen en común que viven en una época de crisis. Martí tiene que encarar uno de los momentos más trágicos desde el punto de vista de la espiritualidad. El cambio de siglo supone un fuerte avance del positivismo, de los descubrimientos científicos y una gran crisis en la fe. La sociedad burguesa comienza a acostumbrarse a la comodidad - trenes, coches, comienzan las primeras vacaciones, casas confortables - y dejan de lado la formación del espíritu. Es por esto que, unos años más tarde, surgirán los totalitarismos como una solución ante ese vacío de creencias, ante ese vacío de vida interior: el estado pasará a sustituir a Dios.
En este ámbito de decadencia en el que Martí se instala para mirar con nostalgia hacia un pasado (incluso un presente por poco tiempo en la Cuba rural) cargado de contenidos emocionales que se perderá para siempre:
Como antagonista está la ciudad, resumida en el primer verso ("de gorja son y rapidez los tiempos"): "Se ama de pie... muere la flor el día que nace...o si se tiene sed se alarga el brazo ¡Y a la copa que pasa se le apura!..." que define como un lugar de comodidades donde todo se puede conseguir fácilmente. Este acceso desenfrenado a los placeres del mundo conlleva un abandono del jardín espiritual, de manera que, aunque los hombres no son conscientes de su progresiva degeneración ("manchado el pecho de una sangre invisible") van poco a poco perdiendo su riqueza interior ("Y las almas/ No son como en el árbol fruta rica / En cuya blanda piel la almíbar dulce / En su sazón de madurez rebosa, /¡Sino fruta de plaza que a brutales /Golpes el rudo labrador madura!").
En definitiva el poema es una elegía a todos aquellos valores espirituales que hacen grande al hombre. El ser humano esclavizado por sus pasiones y por sus deseos, se abandona de manera silenciosa en el jardín de los placeres y pierde todo aquello que es digno de admiración. Ciento treinta años después de haberse escrito el poema, las ciudades son cada día más grandes, cada día más monstruosas...