#EscritoresUruguayos #SigloXX #SigloXXI (1997) La ese paréntesis vida,
Desde que la conciencia sucumbió a… y hubo que desconfiar de los confi… y las éticas se volvieron estérile… y los hombres de dios se despeñaro… desde que se ahogaron nuestros des…
Alguien limpia la celda de la tortura que no quede la sangre ni la amargura alguien pone en los muros
Te dejo con tu vida tu trabajo tu gente con tus puestas de sol y tus amaneceres
Vamos a festejarlo vengan todos los inocentes los damnificados los que gritan de noche
Enhorabuena como quien dice barrio y universo o etrusco y habanero u optimismos en rústica que saben el color de sus razones
Poco a poco se fueron convenciendo de que habían convencido pero el silente dijo no o sea no consiguieron cambiar la imagen
El cadalso y carlota corday los al… en la habitual arruga de la histor… pero danton robespierre marat no se miran ni se dirigen la palab… la muerte esa inasible
La calumnia como hiroshima de bols… el desierto como adversario unánim… el silencio como razón de estado la hipocresía como recoveco de la… el desamor como metáfora de fuego
No es preciso que sea mensajera / la paloma sencilla en tu ventana te informa que el dolor empieza a columpiarse en el olvido y llego desde mí para decirte
Seguramente nunca habrías escrito: «Un siglo es un instante». Menos aún: «Cien años, qué locura… Eso sí, habrías aporreado el clave… hasta arrancarle la nota que busca…
Indiscreto / curioso / entrometido vicho por la rendija que dejan los… y allí lo veo hosco / melancólico el ceño vulnerado por espectros y… sus púas y rencores listos para el…
España si algún cronista te acusa de maniquea torpe inculta pobre y fea y al término de esa lista te llama tercermundista
Amanecer sabroso / medio día y fer… noche de armas y ramas ruinas de las que surgen aves conf… descalzos que vindican / ganan gle… las ochocientas mil hectáreas del…
Me das tu cuerpo patria y yo te do… tú noches de tu aroma / yo mis vie… tú sangre de tus labios / yo manos… tú el césped de tu vértice / yo mi… me das tu corazón ese verdugo
A esta altura ya nadie me nombra por mi nombre: Octavio. Todos me llaman abuelo. Incluida mi propia hija. Cuando uno tiene, como yo, ochenta y cuatro años, qué más puede pedir. No pido ...