Mario Benedetti

Diálogo con la memoria

Las calles están muertas padecidas
la soledad se atreve al resplandor
alguien sabe quién es pero lo oculta
no sólo las gargantas tienen rejas
la primavera a veces huele a invierno
el pasado está aquí con sus gemidos
el futuro está aislado es un remoto
todo se disemina como el polvo
el paso pasa sobre los gorriones
los que se fueron no abren las valijas
los que quedaron cierran el candor
¿no se tropieza por segunda vez?
 
las calles están muertas padecidas
hoy están padecidas pero sabias
pasan los autobuses navegando
con dos o tres grumetes en la popa
bicicletas de hazaña individual
los ambulantes que otra vez ambulan
los cortejos de muerte natural
nacimientos que acortan la distancia
 
la soledad se atreve al resplandor
y el resplandor buscó su intensidad
se hizo por fin dura memoria y luz
iluminó la soledad contigua
para comer y amar del mismo plato
solo más sola con solito anexo
la soledad plural que se levanta
como bastión de naipes o de sueños
 
alguien sabe quién es pero lo oculta
todos sabemos quién es quién ahora
cada uno encontró su paradero
su marca a fuego o su salvoconducto
las aflicciones de su identidad
o las melancolías de su máscara
los desescombros de su regocijo
la fe de su nostalgia misionera
 
no sólo las gargantas tienen rejas
por fin hallaron la palabra justa
y la libre y la cándida y la ávida
el grito ya no es imprescindible
el nudo en la garganta se deshace
se puede murmurar a voz en cuello
y ya no habrá mentiras reveladas
menos aún cursillos de paciencia
 
la primavera a veces huele a invierno
también eso cambió la primavera
tiene olor a sí misma las muchachas
salen de la clausura preguntando
por las rosas de fuego que solían
robar con elegancia y parsimonia
en fin la estación joven recupera
su cuota de belleza y certidumbre
 
el pasado está aquí con sus gemidos
hoy sigue estando aquí pero no gime
hay rostros de bochorno y de avería
la aguja con el hilo del horror
las trampas del escarnio y de la duda
no vamos a olvidar ningún milímetro
ni tampoco gastarnos en el odio
el pasado está aquí ya es suficiente
 
el futuro está aislado es un remoto
ahora por lo menos tira cabos
a la arisca esperanza toda amores
y le propone dulces entresueños
el futuro es un puente a inaugurar
y a veces tiembla con sus dos orillas
el futuro es un mundo a recibir
no es posible ignorarlo o desmentirlo
 
todo se disemina como el polvo
y penetró por las rendijas tenues
y las ventanas y los desalientos
se disemina como la amargura
como el nombre de dios se disemina
y nada hace nada cambia o duele
nada se aleja o llega como el polvo
cubre hasta los suburbios de la vida
 
el paso pasa sobre los gorriones
fueron barridos todos sus huesitos
y aunque entonces no hubo funerales
otros gorriones llegan saltan comen
tranquilos porque ya no pasa el paso
pisan el adoquín con cierto olvido
con su universo breve se disfrutan
y ni antes ni después el paso pasa
 
los que se fueron no abren sus valijas
y sólo diez o doce años más tarde
se dieron cuenta del error gravísimo
en todas partes hay fiestas y siestas
sabores a que asirse noches mansas
prójimos que quisieran comprender
también ser comprendidos pero eso
ocurrirá si se abren las valijas
 
los que quedaron cierran el candor
e hicieron bien ya nadie lo cuestiona
el peligro de estar tan sólo eso
fue como una campana de cristal
una campana en la que sólo había
sitio para el candor ah pero ahora
las cosas son nombradas por sus nombres
y la voz sangra prodigiosamente
 
¿no se tropieza por segunda vez?
por supuesto que puede tropezarse
el miedo se hizo rabia en las miradas
y el odio ciega si se quema el año
pero el amor en cambio lava vidas
y las pone a secar en la memoria
qué importa tropezar tres cuatro veces
si el amor te levanta y te redime
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