#EscritoresUruguayos #SigloXX #SigloXXI #1979 #Cotidianas
Todas las parcelas de mi vida tien… y eso en verdad no es nada extraor… vos lo sabés tan objetivamente com… sin embargo hay algo que quisiera… cuando digo todas las parcelas
Al norte las colinas de la ira al sur el cráter de la esperanza al este la meseta de la melancolía al oest…
Tampoco hay que hacer un mito de l… faja blanquecina dice el larousse debida a multitud innumerable (sic… después de todo es un techo interi… todo lo vistoso que se quiera
Arrinconado en mis plegarias buena… e inútiles, soberbio en mis accion… que a nadie arriman ley o quitan p… aislado espectador de mis histrion… histrión yo mismo como un árbol se…
Lo cierto es que fueron años de arduo y pragmático aprendizaje, con lapsos de desaliento en los que estuvo a punto de desistir. Pero al fin triunfó la perseverancia y Raimundo aprendió ...
Diríase que el tiempo no madura y que al poeta ese cándido leproso no se le deja otro comportamiento que refugiarse en su desgarradura y allá quedarse torvo y silencioso
Es un modo de crecer en lo que dura un suspiro o maneras de decir de otra manera lo mismo que nos enseñan la historia
En las pausas insomnes en los ojos glaciales en el gesto ritual de la amenaza el vocero del odio estrena sus eni… hinca roedor sus dientes en el hum…
Quien pecho abarca loco aprieta
A partir de 1980, yo había estado varias veces en Copenhague y siempre había cumplido con el rito de rendir homenaje a la legendaria sirenita de Eriksen. Debo reconocer, sin embargo, qu...
No es preciso que sea mensajera / la paloma sencilla en tu ventana te informa que el dolor empieza a columpiarse en el olvido y llego desde mí para decirte
En el principio era el verbo y el verbo no era dios eran las palabras frágiles transparentes y putas cada una venía con su estuche
Nos enseñaron desde niños cómo se forma un cuerpo sus órganos sus huesos sus funciones sus sitios pero nunca supimos
A esta altura ya nadie me nombra por mi nombre: Octavio. Todos me llaman abuelo. Incluida mi propia hija. Cuando uno tiene, como yo, ochenta y cuatro años, qué más puede pedir. No pido ...
Son incontables jueves de babel y galeras de berrinches con sorna de gritos en el cielo de orden y de caos