Ojos de cristal
Nunca pudo saltar a la comba,
las niñas invaden las calles, sus trenzas rotas
juegos de la tarde, nunca supo jugar a la comba,
sus nostalgias ocultan su sonrisa suplicante
sueños no cumplidos... que nunca llegan.
Los gritos despertaran el loco deseo de correr,
Voceaban pájaros al vuelo del crepúsculo,
árboles servidores de escondites,
niños jugando a ser pájaros,
sus hojas cumplen el deseo oculto.
No hay nada igualable, que jugar con niños del mundo.
Niños desconociendo el juego de mayores.
Ella nunca pudo saltar a la comba,
solo fue niña de tirabuzones estáticos... de plástico.
Escondida al filo de una biblioteca,
no hay niños en la calle, ni comba, ni árboles
que oculten sus juegos.
Las grandes superficies, se quedaron con la infancia.
M A.M.B