—¡Me atrevo a decir que no puedo más!
—¡No puedo callar ni un minuto mas!
Mi carne grita desesperada, arde y se marchita.
Mi garganta reseca, se siente aspera, sedienta.
El mounstro pecador anhela salir y gritar al viento sus deseos, desea provar el beso dulce y amargo de la muerte. Con ojos miel tocar su caliente y rosada piel, con muslos gordos y senos suaves, desea posar sus manos en los huecos de sus caderas y danzar con ella hasta cansarse y susurrarle al oido lo mucho que la ama.
03.10.17 Angell_Bonilla Zeledón