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Maria Luisa Arenzana Magaña

EL OSO Y LA CIERVA

16 de agosto del 2024

¿Dónde estás, amor?
¡Cuidarnos, ay, cuidarnos!
A amar me voy
al mar a morir...
 
Te extiendo mi mano mil veces,
en el año de una tarde
regreso de los rayos
al claustro tenebroso
con mi “décima” de luz.
 
Los magos de la historia
encallan en tus atabales
hasta la electricidad se eriza
al verte venir.
 
¡Cuidarnos, ay, cuidarnos!
¿Dónde estás, amor?
Me voy a amar,
a morir al mar.
 
Disculpas sin tapujos ruego
por el daño que te causo
al respirar y prender fuego.
 
Pez palabra espada ojos daga
columnas de hielo hunden
mi sala de desconciertos,
escapo a la septicemia
me dirijo hacia el ecuador
de una tierra imaginaria,
busco el círculo máximo
de un regazo que nos cuide,
anfitrión amable planeta.
 
Voy llevando arena y roca
del espacio a tu pulmón
y regurgitas islas
en tu mar de asfixia...
 
Trago Hébridas y te traigo
las manos, ¡mis manos!
Que te sirven de árbol y pan,
que te cubren de avión y barco
y suicidan tu colchón.
 
Y no me acercas el beso
del pez triste en la orilla,
ni alejas el rastro
del tiburón.
Me clavas una estrella de mar
en los ojos, no merece para ti
el esfuerzo aéreo
de cambiar de medio
y arribar al cielo de astros ciegos.
 
Más allá de la gruta onírica,
dos a la deriva viran
llenos de rasguños,
no vierten su sangre
ni agrandan el océano
ni alertan al depredador;
 
Ya en la orilla del silencio lamen...
 
Y en silencio llegan,
en silencio bosque,
en silencio,
amar y morir.
 
© Maria Luisa Arenzana Magaña
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