Manuel Benitez Carrasco

La barca

La barca...la barca...
con sólo decir... la barca...
huele a marisma la boca
y sabe a sal la palabra.
 
Así... La barca... la barca...
con sólo decir... la barca...
¿Qué cuanto quiero por ella?
Venga conmigo a la playa.
 
Por una quilla de oro
y dos remos de esmeralda
le vendo... el aire que lleva dentro
por una rosa de nácar...
la arena donde se acuesta.
y por un timón de plata...
ese mar en dormivela
en el fondo de la barca
donde estrellas marineras
reman de noche a sus anchas.
 
Aire, arenas y agua
¡todo le vendo!...menos la barca.
Aquí la tiene: bonita,
como una mujer casada;
por la quilla, sueño verde;
por la vela, nieve blanca.
 
Cuando está en la playa pienso
si soñará con el agua;
cuando está en el agua digo
si soñará con la playa.
La trato como una mujer
y así está ella; le saltan
la presunción y el orgullo
cuando duerme y cuando anda.
 
¿Con decirle, que le viene
pequeña toda la playa?
Que en esto de los amores
mujer y barca se pasan
de orgullosas, por queridas;
de presumidas, por guapas.
Y cuando se lanza al mar
además de guapa, brava.
 
Mete el pecho, hunde el casco;
se enjoya de espuma blanca,
cruje el agua en las amuras,
ella, altiva, la rechaza,
y cuando se deja atrás
la nieve, el oro y el nácar,
se esponja, se espuma,
se contonea y se acicala,
como hembra que se sabe
fina, bonita y andas.
 
¡Una reina no sería
tan reina como mi barca!
Y si viera cuando corre
caballo con la crin blanca
que va levantando polvo
de espuma sobre esmeralda.
¿Qué cuando quiero por ella?
¡Mi barca no es solo barca!
Cuña, mástil, timón, remo,
quilla verde y vela blanca.
Mi barca es la sal del mar
que se hizo piropo y gracia,
con un nombre: soledad
sobre este nombre: mi barca.
La barca... la barca...
con sólo decir... la barca...
huele a marisma la boca
y sabe a sal la palabra.
Así...La barca...la barca...
con sólo decir... mi barca...
¿Qué cuánto quiero por ella?
¡Mi barca no es solo barca!
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