Sutilmente la fértil iniciación de Luis, no hay apuros que escapen del
caudal de letras flameantes de poder y honor; obedecer, callar.
Murciélago sonámbulo, cruz al medio hacer, vida punzante.
Reina por sobre los tiempos hombre ley, humano caído. Cuadrúpedo de
la cordial regata del siglo XVI después de ti. Desubicado me encuentro
al no verte, aunque llevo el recuerdo de tu presencia, nostálgicamente
igual; determinación y audacia. Virtudes propias del hijo de Dios. Tal
vez el único, pues, por sobre todas las cosas te encuentras y así el diario
vivir, un reflejo de creatividad descontrolada. He sido un gran
arquitecto de redes e inalterables cuerpos sin alma; solo por diversión.
Me he consentido a través del regalo paterno y la vida se transformó en
un parque acuático. Nada mejor que el agua y un balls de fondo a las
cinco cuarenta y cinco. Los he visto nacer, creer vivir y morir; la muerte,
el tiempo límite del juego. No he nacido y solo la ilusión de dejarte
callará mi pesar.