Quieta a la luz cual amante
deteniendo el tiempo que te enfría.
Soplos de tarde dispersos en melancolía,
ahora te hacen parecer distante.
De noche, en vuelo incesante,
galopas olvidando el mediodía.
Me acerco temeroso, pero ya sin agonía,
te entrego mi vida en un eterno beso errante.
De madrugada, mi deseo atrincherado,
no da vida ni me mata.
Soy ahora un eclipse desalmado.
Cuanta sombra se desata,
cuanto miedo se conjura
cuando traes en el alma tanta hambre de locura.