Aves de paso en esta vida,
águilas de luz en la eternidad
No hay pérdida real
al abandonar el abrigo material.
Se disuelven los temores
entrando en la morada celestial,
donde la divina dulzura
nos colma de profunda paz.
Los oprobios, las angustias
todo lo sufrido, allanan el camino
de la unión con la divinidad.
Las penas todas no son nada
si compararlas osamos
con la radiante gloria
que el Cristo nos da.
Levantemos el corazón al cielo!
desde allí miran
nuestros amados hermanos
la fecundidad de nuestros actos
en pos del amor y la unidad.