Tendría alrededor
de ochenta años,
estaba atascada en un semáforo,
como un barquito de vela
bajo la tormenta,
incapaz de gobernar
el paraguas.
Al final,
dando bandazos,
no sé cómo,
a la desesperada,
llegó hasta la otra acera.
La guerra la tenía perdida
—como todos—,
pero había ganado esa batalla.