Juan Ramón Jiménez

Adolescencia

En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos.
Desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios.
—El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño.—
Le dije que iba a besarla;
bajó, serena, los ojos
y me ofreció sus mejillas,
como quien pierde un tesoro.
—Caían las hojas muertas,
en el jardín silencioso,
y en el aire erraba aún
un perfume de heliotropos.—
 
No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
...y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos.

#EscritoresAndaluces #EscritoresEspañoles #SigloXX (1898-1902) Poesías Primeras

Declina el día, pero la emoción amanece. Es un crepúsculo de otoño, pero en ese balcón se despliega un alba de primavera. Es una balada llena de candor, donde el Poeta de Moguer hace dos pausas que nos permiten mirar alrededor para contemplar el paisaje. El ambiente regala a esos inocentes enamorados un dulce aroma floral y todo cuanto los rodea se vuelve cómplice con ellos, incluso nosotros, lectores fascinados, testigos discretos que nos conmovemos cuando la novia incipiente ofrece pudorosa sus mejillas intactas al primer beso del novio con el que se despiden de la infancia. Y brotan los recuerdos, como recóndita fragancia de heliotropos...

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