Tras mares semicongelados
y eternamente neblinosos,
compactos cinturones de nieve
a lo largo de la costa.
Olas de hielo se destruyen,
y mares huracanados
se petrifican en la cúspide de su furia.
Incesantes marejadas
gimen y esculpen grietas profundas
en la base de los hielos.
A tientas,
y como en el fondo de un mar palpitante,
entre neblinas,
derivamos
hacia el Gran Frío Interior.