En fin voy a partir, bárbara amiga… voy a partir, y me abandono ciego a tu imperiosa voluntad. Lo mandas… ni sé, ni puedo resistir; adoro la mano que me hiere, y beso humil…

Salud, oh sol glorioso, adorno de los cielos y hermosura, fecundo padre de la lumbre pura; oh rey, oh dios del día, salud; tu luminoso

Tus ojuelos, niña, me matan de amor. Ora vagos giren, o fíjense atentos, o miren exentos,

Retórico molesto, deja de persuadirme que ocupe bien el tiempo y a mi Dorila olvide. Ni tú tampoco quieras

¡Oh!, rompa ya el silencio el dolo… y al labio salga en dolorido acent… la aguda pena en que morir porfío. Con lastimeros ayes gima el viento… y entre suspiros y mortal quebrant…

En esta breve tabla, discípulo de Apeles, cual yo te la pintare, retrátame mi ausente. Retratada cual sale

Viendo el Amor un día que mil lindas zagalas huían de él medrosas por mirarle con armas, dicen que de picado

La noche y el día, ¿qué tienen de igual? ¿De dónde, donosa, el lindo lunar que sobre tu seno

Parad, airecillos, y el ala encoged, que en plácido sueño reposa mi bien. Parad y de rosas

Las blandas quejas de mi dulce lir… mil lágrimas, suspiros y dolores me agrada renovar, pues sus rigore… piadoso el cielo por mi bien retir… El dichoso zagal que tierno admira

«Dicen que alegre canto tan amorosos versos, cual nuestros viejos tristes nunca cantar supieron. »Pero yo, que sin sustos

¡Qué ardor hierve en mis venas! ¡Qué embriaguez! ¡Qué delicia! ¡Y en qué fragante aroma se inunda el alma mía! Éste es de Amor un templo:

Ya me [he] mis dulces años como un alegre sueño veintitrés han volado sin saber dónde fueron. Yo los llamo afligido,

Pensaba cuando niño que era tener amores vivir en mil delicias, morar entre los dioses. Mas luego rapazuelo

Dícenme las zagalas «¿Cómo, siendo tan niño tanto, Batilo, cantas de amores y de vino?» Yo voy a responderles,