En la mañana. En medio
de la nada.
El aire se vuelve áspero; un océano;
sin oxígeno,
patalean mis pulmones;
se reinchan para a veces
tomar su forma de antaño.
El ronco susurro de mi garganta taladra mi pecho,
se tiñe de lagrimas la visión;
la tranquilidad recoge sus cosas
y se marcha a casa .
Sorbo de lava; arde el tórax.
Enciendo mi primer cigarrillo,
y el humo disipa
al enjambre
de mosquitos con malaria
que invadía mis venas.
Serena mi mente,
Sentado al filo de la cama, en la
penumbra del amanecer,
emergen decisiones claras,
como la delicada elección
de cuantas cosas voy a olvidar hoy.