No soy eterno y Tú lo sabes.
Solo la luz con que te miro
brillará, siempre, entre los hombres,
de cuerpo en cuerpo y sin destino.
Pero la carne se deshace,
solo es la tierra del camino
donde Tú pisas, la tristísima
madre en que siembras tu delirio.
Y cada cuerpo es una herida
por la que sangra cada vivo
la sangre ciega de los años
que va bebiendo al infinito.