Nuestro amor ya es inútil como un mástil sin lona,
como un cauce sin agua, como un arco sin flecha,
pues, lo que enciende un beso lo apaga una sospecha
y en amor es culpable el que perdona.
Ya es sombra para siempre lo que miró la duda
con su mirada amarga como una fruta verde;
y el alma está perdida cuando pierde
el supremo pudor de estar desnuda.
Así frente a la noche te he de tender la mano
con un gesto cordial de despedida
y tú no sabrás nunca lo que pesa en mi vida
la angustia irremediable de haberte amado en vano.