Sólo tú y yo sabemos lo que ignora la gente
al cambiar un saludo ceremonioso y frío,
porque nadie sospecha que es falso tu desvío,
ni cuánto amor esconde mi gesto indiferente.
Sólo tú y yo sabemos por qué mi boca miente,
relatando la historia de un fugaz amorío;
y tú apenas me escuchas y yo no te sonrío...
Y aún nos arde en los labios algún beso reciente.
Sólo tú y yo sabemos que existe una simiente
germinando en la sombra de este surco vacío,
porque su flor profunda no se ve, ni se siente.
Y así son dos orillas tu corazón y el mío,
pues, aunque las separa la corriente de un río,
por debajo del río se unen secretamente.
Alfredo Jiménez G.
8yAquí apreciamos una de las múltiples emociones mágicas de la Poesía: La confesión. Suena tan directa y es al mismo tiempo tan sutil, que su temeridad no traerá malas consecuencias. Conociendo la vida intensa que llevó el poeta José Ángel Buesa, estamos seguros que su bello soneto alejandrinos es totalmente autobiográfico. ¡Vive un amor ilícito y lo está declarando sin eufemismos y en primera persona! Pero retamos a los mojigatos y despiadados “salvaguardas de las buenas costumbres” a que se lo demuestren. El poeta y su amante bien se cuidarán de las asechanzas moralistas para mirarse con fingida indiferencia desde sus orillas respectivas y encontrarse con apasionada fusión “en el fondo del río”. No faltará quien replique diciendo que José Ángel Buesa está gritando con descaro su crimen contra la integridad de la familia y la moral. Pero los sensatos, que somos mayoría, le argumentaremos que el bardo sólo está empleando una “licencia poética”... Y ese amor prohibido gozará de total impunidad.