Porque ya empiezo a creer en los sueños
y porque cada día amanece;
y porque este volcán crece y crece
aunque no queramos tú y yo, sus dueños.
Porque tus ojos son rayos vitales
que hacen florecer mil camposantos,
y porque llenas de otros diez mil cantos
los silencios que parecen mortales.
Porque cada rosa que hay en tu risa
huele a mar en verano, a paraíso
inmortal; porque mi corazón quiso
amarte tan despacio y tan deprisa.
Porque si marchas se apagan las luces
de esta carretera; porque si vienes
esperándote, impaciente, me tienes
desclavándome de todas las cruces.
Porque si amanece pero no estás,
anochece; porque si no te tengo
ya no sé si es que voy o si es que vengo.
Porque me urges para vivir en paz.