Encuadrado en dorsal,
así va mi vida de plano en plano.
Yo atrás mirándome la espalda,
siempre.
Bajo las rutinas de ciervos cadenados,
diálogos contiguos que llevan de lo mismo a lo mismo,
risas ocasionales por diferentes chistes todos los días un poco parecidos;
la sonrisa de mamá,
el sol por cada una de sus hendiduras piel,
el tiempo reflejado en ella,
ella sonriendo,
mi muir en expresión,
casi frívola, pero real y nada amarga,
ella es mi querer ganas de días.
Mañanas de junio frías,
acciones rápidas para salir de casa,
buscando lo que sea espero encontrar,
música, para sobrellevar mejor mis mismos,
colores iguales todo los días,
amarillos y rojos vivos alentándome,
cielos azules y grises,
viniendo con garuas,
tejados, invasiones de montaña,
paralelas piernas humildes escalan,
buscando el hambre al final del día,
una línea de caras de perros,
que ponen sus patas y mejillas caídas al suelo,
que beben de los charcos por el sol que los aplasta,
cual lata de cerveza un domingo en mañana,
amor en latas a presión sodificado,
oxigeno en botellas para respirar más liviano,
salgo a buscar lo que espero me encuentre.
Mamá al llegar,
atendiendo al llamado y yo tras la puerta,
su silueta con cada día ha ido curveando,
achicándose cual roble,
traslucida y siento tu amor del otro lado de la puerta,
te amo tanto Mamá.
Acodado en posición de retrato,
¿miran al cielo tantas almas como la mía?,
un gran espejo vacío,
muestra su real cara en la noche despejada,
y cuando quedan las nubes que no superan el día,
llega el malva al oscuro cielo nocturno,
como un fastidio tapando mis estrellas,
mis sueños, mi libertad majestuosa,
¡ah! un día de mis días,
pensando.. pensando...