Desearía escupirte
de mi cabeza
como un enredo de lunáticas rosas amargas
que un día fueron dulces
En la anterior cueva del desvelo
yo esculpía una ventana para ver
a la luna ciega
que te regalaba todas las noches y mañanas
En un atareo de medio día en mi cabeza
mantenías el desorden en un
estero de ideas
Y el corazón atropellado por
las virginales fragancias de
tus perfumes en la adolescencia
Mas nada importa ahora
o importa aun mas
no lo sé
Trashumando rebaños de
imaginarios diseños humanos
y yo el pastor a lo lejos
esperando el peldaño que me lleve a tu lado