Gustavo Bello

Nacimiento

Apoyando la palma de mis manos sobre las ásperas paredes para guiarme a través de lo que mis ojos no podían ver, fui avanzando lentamente en el silencio infinito de aquella oscuridad apabullante, cada paso que daba sentía que no habría suelo que pisar y que caería hacia el abismo del olvido, ese abismo que todos conocemos pero ninguno queremos enfrentar.
Seguia avanzando con mis ojos abiertos que sólo veían oscuridad, nisiquiera eran penumbras o sombras... solamente oscuridad, la textura de las paredes que guiaban las palmas de mis temblorosas manos entraban en una aleatoria metamorfosis de porosidad y llanura, en algunos tramos de aquel interminable laberinto la soledad se inhibia con el rose de alguna araña que pasaba sobre mis dedos o alguna alimaña rastrera que se entreveraba entre mis pies.
A pesar de las ganas de dejarme caer sobre mis rodillas y esperar que la locura se apoderara de mi o que la biológica fragilidad del ser al estar a merced de la desnutrición, deshidratación y sin fuerzas para continuar hiciera su labor y me cubriera con el manto inevitable del final devolviendome a la tierra de la cual había venido, había algo para mi desconocido en ese momento que me impulsaba a seguir avanzando en aquel interminable y monótono laberinto de oscuridad y abismos inminentes... me mantuve inmóvil  mientras decidía que decisión tomar, si dejarme caer sobre mis rodillas o escuchar la tenue voz de aliento que susurraba en mi oído, luego de unos minutos, quizás impulsado por el instinto innato de supervivencia que viene con nosotros desde el momento que somos concebidos opte por seguir adelante... por lo menos hasta que el cuerpo y la mente aguantaran... a medida que avanzaba cada paso se hacía más y más pesado y las paredes ahora estaban llenas de espinas que atravesaban mis manos.
Aunque no podía ver sentía el tibio hilo de sangre brotar de mis manos y deslizarse hacia mis brazos... se acercaba el final podía sentirlo, cada vez me costaba más avanzar y las paredes ahora comenzaban a desaparecer, tenía que mover mis manos en busca de ellas para seguir adelante hasta que ya no hubo más paredes y el piso bajo mis pies desapareció... senti la desesperación de estar cayendo al vacío, gritaba pero mi boca sólo escupia silencio, movía mis brazos pero no había nada a que aferrarse... caia al vacío... este era el fin... solo quedaba esperar el momento en que mi cuerpo diera contra el frío y duro suelo para que terminará la agonía de la incertidumbre... en ese momento volví a oír la voz que me impulsaba a aguantar, pero que podría hacer ahora que iba cayendo hacia el final,-No te vayas, quédate conmigo– repetía aquella voz lejana pero familiar... en medio de la oscuridad cerré mis ojos para oírla mejor... por algún motivo me daba calma... comencé a escucharla cada vez más cerca, quizás no este perdido después de todo, pensé, y ahí sentí el golpe seco contra el frío y violento suelo del final... la voz se cayó de golpe, el dolor desapareció y rompí en llanto al ver la luz nuevamente de una vida ya vivida y que me veria a obligado a repetir....

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