¡Que barullo en la herida!...
¡Qué barullo en la herida!...
¡Qué suerte si esto que siento fuera sed
y se me quitara bebiendo un vaso de agua!
Es entonces cuando llueve tristeza
para ahogar en mi boca
la palabra imposible.
Intento gritar,
y sólo consigo un cobarde silencio.
Una tarde al llegar a casa
me encontré con la sorpresa de quererte,
fue una bomba en mis manos.
Y yo, por si te hiere,
esperando a que explote estando sola
aunque me parta el pecho la locura.