Vas por la calle de noche y a solas,
Con tu cadencioso caminar y tu cartera,
Con tu ropa ceñida al cuerpo y un cigarro en la boca.
Te paras en una esquina, esperando a algún cliente.
La gente te denosta y te discrimina
Tan solo por ejercer aquel viejo oficio,
el ser mujer de la vida.
De pronto, un vehículo al frente tuyo se detiene,
Te hace una seña, y corres hacia él;
Es un cliente que tus servicios requiere,
A cambio del dinero cruel.
Abordas ese vehículo y te pierdes por las calles,
En la oscuridad de la noche.
La gente te critica, y te juzga sin saber:
¡Solo eres mujer de la vida que no sabe más que hacer!