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La muerte entra y sale de la taberna. Pasan caballos negros y gente siniestra
Silencio de cal y mirto. Malvas en las hierbas finas. La monja borda alhelíes sobre una tela pajiza. Vuelan en la araña gris,
Yo decía: “Tarde” Pero no era así. La tarde era otra cosa que ya se había marchado. (Y la luz encogía
Amanecía en el naranjel. Abejitas de oro buscaban la miel. ¿Dónde estará
Cantan las siete doncellas. (Sobre el cielo un arco de ejemplos de ocaso.) Alma con siete voces
¡Qué trabajo me cuesta dejarte marchar, día! Te vas lleno de mí, vuelves sin conocerme. ¡Qué trabajo me cuesta
El río Guadalquivir va entre naranjos y olivos. Los dos ríos de Granada bajan de la nieve al trigo. ¡Ay, amor
El puñal, entra en el corazón, como la reja del arado en el yermo. No.
Narciso. Tu olor. Y el fondo del río. Quiero quedarme a tu vera. Flor del amor.
La mar no tiene naranjas. ni Sevilla tiene amor. Morena, qué luz de fuego. Préstame tu quitasol. Me pondrá la cara verde,
En las torres amarillas, doblan las campanas. Sobre los vientos amarillos,
Dulce chopo, Dulce chopo, Te has puesto De oro. Ayer estabas verde,
En la mañana verde, quería ser corazón. Corazón. Y en la tarde madura quería ser ruiseñor.
En lo alto de aquel monte hay un arbolillo verde. Pastor que vas, pastor que vienes. Olivares soñolientos
Galán galancillo. En tu casa queman tomillo. Ni que vayas, ni que vengas, con llave cierro la puerta.