Bebo mi whisky tan lento
que prefiero no bailar,
por miedo al intento,
que soltarme y llorar
pensando que soy un tonto
por hablar con los gritos
y ahogar tus gemidos
en la cantina de un puerto
que nos lleve al silencio
prefiero llenar el vaso
que llenar mi vacío
prefiero luchar con un oso
pero no conmigo
porque tengo miedo
a lo llamado amigo
que es mi corazón
con un alarido
que llega tan lejos
tan profundo
como lo son tus oidos
cansados de escuchar
mis quejidos,
cada noche al charlar
con mis latidos.